martes, 1 de diciembre de 2009

El Copihue y los enamorados.


Hay una leyenda que explicaría el origen del copihue rojo y que señala que en los bosques del sur vivió una hermosa niña llamada Rayén, la que estaba enamorada de Maitú, el guerrero más valiente de su clan. Ellos estaban comprometidos en matrimonio.

Un día, Maitú partió con los hombres a combatir a orillas del río Toltén. Rayén, como siempre, se subía a la araucaria más alta para ver el regreso de su amado. Pero los hombres demoraron todo un día y solo volvieron a la mañana siguiente, y Maitú no regresó.

La joven, destrozada, corrió al bosque a llorar su pena y sus lágrimas se convirtieron en flores de sangre que se colgaron en los árboles altos. Estas le dijeron a Rayén: “Nos diste la vida con tu pena; nosotras, junto al bosque, te daremos alegría. Acuéstate”. Rayén les hizo caso y se tendió en una alfombra roja que salió volando por los cielos al encuentro de Maitú. Desde entonces, florecen los copihues recordando el dolor de la muchacha y la valentía del guerrero que luchó hasta morir.

Otra historia dice que había una princesa mapuche llamada Hues y un príncipe pehuenche, Copih, quienes estaban enamorados, pero en secreto, porque sus tribus estaban enemistadas a muerte.

Un día, estando ambos en las orillas de la laguna Nahuel, fueron pillados por Copiñiel, el padre de la muchacha. Entonces, en ese mismo instante, los jóvenes fueron atravesados en el corazón por sus lanzas, muriendo ambos y hundiéndose en la laguna.

Al tiempo, los indígenas (mapuches y pehuenches), que estaban tristes por la pérdida de los jóvenes, se reunieron en las orillas de la laguna para recordarlos. Al amanecer, dos lanzas emergieron de las aguas, ambas estaban entrecruzadas y amarradas por una enredadera. En esta había dos hermosas flores alargadas, una roja como la sangre y otra blanca como la nieve.

Al verlas, las tribus rivales comprendieron lo que sucedía, se reconciliaron y decidieron bautizar las flores como copihues, en honor a la unión de los enamorados.

Otra versión, que empieza y termina de la misma manera, señala que fueron los padres de ambos jóvenes -Copiñiel, el jefe de los pehuenches y padre de Copih, y Nahuel, jefe mapuche y padre de Hues- los que se enteraron del romance y los fueron a buscar, cada uno por su lado, hasta la laguna donde estaban los enamorados.

El padre de Hues, cuando vio a su hija abrazándose con el pehuenche, arrojó su lanza contra Copih y le atravesó el corazón, matándolo. Luego, el príncipe pehuenche se hundió en las aguas de la laguna. El jefe Copiñiel hizo lo mismo con la muchacha, la que, sin vida, se sumergió.

Ambas tribus lloraron por mucho tiempo, pero decidieron reunirse en la laguna para recordarlos. Así, al amanecer vieron emerger desde las aguas dos lanzas entrecruzadas. Estas estaban enlazadas por una enredadera, y de ella colgaban dos grandes flores, una roja y otro blanca. Así, decidieron llamar a esta flor Copihue.

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